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Cuando el ceder siempre, nos afecta

Durante muchos años trabajé a marchas forzadas en empresas multinacionales. En algún momento de mi vida estaba yo viajando de lunes a jueves, sólo para tocar tierra y salir nuevamente de viaje al lunes siguiente; mi trabajo requería un esfuerzo grande para coordinar actividades desde cualquier lugar donde me hallara, muchas veces sin importar el horario. Es decir, yo podía estar en algún lugar donde eran las 9:00 de la noche y tenía que coordinar actividades para mi equipo, que se encontraba en otro país con otro horario laboral. Y no me importaba, valió muchísimo la pena…. hasta que mi cuerpo me cobró la factura y empezaba a afectarse mi salud.


En la enfermería de la empresa, el médico me decía que yo bien podría ser cliente frecuente, bastante seguido tenía yo problemas con la presión arterial, me sentía cansada y con dolores de cabeza. Y no aprendí sino varios años después a hacerle caso a mi cuerpo.


He comentado ya en otro blog sobre los problemas que genera el estrés, pero en esta ocasión deseo enfocarme en otro tema: la falta de límites ante nosotros mismos.


¿Cómo te das cuenta de que estas extra limitándote?


Quizá has pensado:

“no puedo decirle a mi jefe que me tengo que ir temprano”,

"estoy al tope de trabajo y siempre me asignan más, no sé decir no",

“estoy cansada pero no debo descansar si deseo seguir bien en mi empleo”,

"no he comido y son las 5:00 pero prefiero terminar , nunca como a mi hora" …Pueden ser muchas las cosas que nos decimos sin darnos cuenta de que pasamos por encima de nosotros mismos.


Esto puede suceder no sólo en trabajo, en tu vida diaria, también puede ocurrir una sobre exigencia con los hijos o la pareja. Aquí lo que llega a pasar por la mente puede ser “No puedo negarle nada a mi pareja, porque puede enojarse”, "estoy cansado pero siempre termino cediendo ante las exigencias de mi familia por llevar la fiesta en paz".


Todo eso que pensamos es verdad para nosotros y pueden existir razones válidas de peso para hacerlo. Lo importante es darnos cuenta si esos comportamientos son repetitivos, qué tan conscientemente los hacemos y revisar si nos afectan o no.


Cuando ese comportamiento está afectando nuestro estado de ánimo o nuestra salud, es conveniente detenernos a reflexionar su origen: puede ser miedo a perder algo o puede ser que pensemos que es mejor evitar conflictos o elegimos callar y aguantar.


El traspasar nuestros propios límites llega a tener consecuencias en nuestro estado de ánimo y nuestro estado de salud si no sabemos identificar la causa.

En mi caso, al revisar mejor mis emociones, descubrí que eran mis “propios pensamientos, creencias, miedos e introyectos" los que me impedían poner limites de una manera asertiva.


El poner límites con una comunicación asertiva permite voltear a vernos y valorarnos mejor. Al revisar nuestra valía, nuestra autoestima, generamos mayor confianza en nosotros mismos y en nuestro entorno que se refleja en nuestra calidad de vida y la calidad de vida de las personas a nuestro alrededor.


Te invito a revisar ¿cómo están los límites en tu vida?


Excelente inicio de semana

M Romero



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